PIRÁMIDE
DESENTERRAMOS LA NOTICIA

Veo, veo. ¿Qué ves?
Por: Jessica Abraham
No andan con bolas de cristal. No tienen túnicas ni se ponen en la frente diamantes pegados. Pero sí tienen 78 cartas con las que juegan a adivinar lo que el futuro tiene reservado para ti. Son tres mujeres y un camino que echan las cartas para saber lo que no has de saber.
Siempre me ha llamado mucho la atención la necesidad del ser humano por saber lo que el futuro le depara, tanto, como para buscar respuestas en una baraja, “echar la suerte a las cartas”. El tarot es un acto de fe, una búsqueda indefinida por encontrar la verdad. Una necesidad mística que a muchos les atrae, a otros intimida, unos la rechazan y otros simplemente no la “compran”. Es un arte oculto que se practica desde la edad media y que año con año mantiene fieles seguidores.
El que busca encuentra
El lunes por la tarde, después de una larga búsqueda y lista de espera con más de tres videntes, (“no mami, yo trabajo con semanas de anticipación” o “mi mamá está en sesión, pero al rato le regresa las 15 llamadas….”) llego a una boutique esotérica, situada en la 16 de Septiembre 2712, colonia el Carmen, en Puebla.
Llevaba rato buscando la tienda, hasta que por fuera, escrito en letras azules y grandes, alcanzo a leer “Boutique esotérica Jacky”. Veo que está cerrada, así que decido tocar el timbre.
Me abre una mujer de mediana estatura, tez morena, le calculo unos 40 años y para quienes creen en la energía, la suya era muy pesada. Llevaba puesta una playera blanca y unos pantalones grises. El cabello negro y oscuro estaba recogido en una cola de caballo. No es nada atractiva.
Me deja pasar. Desde que entro a la tienda mis ojos se llenan de imágenes por todos lados. Hay frascos, velas, cuarzos. Unos botecitos de “pócimas”. Monedas, Budas y hasta Santas Muertes en figuritas coleccionables. Más estampas, espejos, más cuarzos y libros. Más libros. Más muñecos. Jabones con nombres raros como el “quitacalzón”, “paqueafloje”, “Azhar”, ovejas, cuernos y troles para la buena fortuna.
El lugar no es muy grande. Esta dividido en un mostrador, una pared y al fondo hay una cortina en donde no se ve lo que hay detrás.
En el mostrador se encuentran objetos de todo tipo, aún más de lo que ya hay en las paredes. Amuletos de oro, tokens chinos, jabones para amarres, pulseras, imágenes de vírgenes, santos y no tan santos. Hay unos ángeles de porcelana de diferentes tamaños. Caballos de oro, figuras de hadas y atrapasueños. El lugar huele a mucho, a “tanto” que no se a qué. Incienso, velas, cerillo, jabón. Todos se mezclan. Huele como una tienda de perfumes que te llena de olores distintos y a veces hasta provoca nauseas. Es como si mi nariz se diera un paseo por la ruta del hostigamiento en pestes florales. Hay también unos botes de aerosol que dicen “amarres”. Hay diferentes. Está el “amarre haitiano” y de “Siete machos en lujuria” el de la “Abundancia” y el del “Dominador” en versión hombre y mujer. Las velas también vienen etiquetadas. “Velo de novia”, “Ven a mí” y “yo puedo mas que tú”.
Visualmente está tan atascado que con solo la mirada me empiezo a sentir aplastada.
La señora me pregunta si necesito algo. Empiezo a curiosear un rato. Leo algunas etiquetas que me llaman la atención.
-Señorita- la llamo, – ¿aquí me pueden leer las cartas verdad?
- Sí, solo que la profesora salió por un rato. No sé a qué hora vuelva pero yo le recomendaría regresar mañana.
Me regala una tarjeta. “Jacky Quiroz , Profesora en Ciencias Ocultas, Santera y Vidente”. No me sentía lista para irme -aún sabiendo que al otro día regresaría- así que me quedo un rato revisando y preguntándole a la dependienta.
Me comenta que el precio es de 350 por una lectura de tarot o de baraja española. Que las limpias dependen del trabajo que uno tiene, y el mal que se debe quitar.
Me interesan los amarres, pero dice que de estos no sabe mucho, que mañana que la profesora llegue, ella me puede decir cómo realizarlos y ya ella me da lo que Jacky me pida que compre.
Los botecitos de colores intrigan. Parecen frascos mágicos, todos de colores intensos. Le pregunto para qué los utilizan.
- Son pócimas para diferentes cosas. Por ejemplo, éste rosa se llama “Afrodita”.
La señora me enseña un frasco que cabe en mi mano. Tiene una etiqueta color blanca que contrasta con el color rosa del líquido que contiene. Es un rosa como el del jabón para trastes, un poco fosforescente. La etiqueta dice Afrodita en negritas.
Abre el bote y me deja olerlo. Huele a rosas. Pero a la esencia que usan cuando quieren aromatizar un baño público. Lo vuelve a cerrar.
- Este frasco le sirve para atraer el amor. Usted se lo pone en la mano, en el corazón y detrás de las orejas y en cuestión de días puede tener resultados.
Hay de tantos y tantos colores, nombres y formas que me quedo como hipnotizada unos segundos.
-No son caras señorita, debería llevársela, solo cuestan 15 pesos, y le garantizo que le va a traer amor a su vida.
Ya estaba ahí, y la señora ya se había tomado la molestia de explicarme, así que decido comprar esa fosfórica botellita. No me malinterpreten, amor tengo, solo era puritita curiosidad.
Decido que ya es hora de irme. De cualquier manera tendría que regresar al otro día. Saco una cita, dejo mi nombre sin apellido. No me dan ganas de dejar mi celular, así que digo que me comunicaré mañana para confirmar mi asistencia. La señora me acompaña a la puerta y la cierra. Antes de salir noto un anuncio “se aceptan tarjetas de débito y crédito” y “las lecturas son individuales, no insista”.
El tarot oculta misterios de sabiduría para cuestiones del futuro.
Algunos científicos, entre los que destaca Isaac Newton, ven (veían) la posibilidad de predecir el futuro basados en la teoría de la sincronización. En esta teoría se sostiene que muchas acciones son consecuencia de lo que estaba sucediendo antes de que una persona naciera, se determinan desde el inicio. De esta manera se justifica el horóscopo.
La Bella
Alguna vez, un amigo mío al que le conversé de mi curiosidad por el arte del tarot y las ciencias ocultas, me platicó que tiene en su familia personas que se dedican a leer las cartas. Así que para no perder el día, le hablo por teléfono y le pido que me pase el contacto. El teléfono es de su abuela, “la Bella”. Vive en el Distrito Federal. Me dice que le marque y que ella me puede dar algunas respuestas ante las preguntas que tengo.
Le marco a la Bella. Tardan en contestar pero al final una voz muy suave, como si su voz estuviera llena de miel. Me dice “Buenas tardes”.
-Hola, buenas tardes soy Jessica Abraham, amiga de su nieto Rafa.
-Hola Jessy, justo me acaba de hablar para decirme que iba a recibir tu llamada, dime, ¿en qué puedo ayudarte?
Su voz es calmada, tierna y su tono es tan dulce como de las abuelitas que leen cuentos a sus nietos a la hora de dormir. Comenzamos a platicar. Le pregunto primero que nada porqué es que las personas se interesan en el tarot.
-La gente viene porque quiere saber qué les va a pasar. Yo no adivino, trato de mejorar la vida. No me gusta andar asustando, y me considero más como una guía espiritual, una “psicóloga esotérica”, me dice.
Le pregunto cómo es que trabaja, con qué “espíritus”, pues yo realmente no se la terminología adecuada.
-Trabajo con puro ser de luz, ángeles, arcángeles. Es decir, energías positivas. Mi trabajo se basa en la fe y en ayudar a encontrar paz para los que me buscan.
¿Cómo empezó a dedicarse a la lectura del Tarot, cómo descubrió que tenía un don?
-Cuando yo tenía 5 años comencé a ver en las personas una luz como de colores. Es decir, les veía el aura. Se lo platiqué a mis papás, pero no me hicieron mucho caso. Fui creciendo y eso se intensificó. Siempre tuve la curiosidad hasta que años después decidí aceptar lo que la vida me había dado.
Le pregunto que cuántos años lleva en el negocio del tarot y me contesta que 32 años. Tiene ahora 70. Por mi amigo ya sabía que una de sus hijas ahora también se dedica a esto, así que le pregunto si cree que le heredó el “poder”.
-Yo creo que todos, absolutamente todos tenemos el don de la intuición, simplemente hay que trabajarlo. Así mismo, creo que todos pueden leer las cartas, sin embargo, hay mucho charlatán en este negocio. Nadie puede arreglar nada. Mi hija tenía cierto rechazo a éstas prácticas, pero siempre supe que tenía una inmensa intuición, por más que negara “la cruz de su parroquia”. Después de unos años, ella se acercó, comenzó a tomar cursos y ahora me ayuda un poco.
Le pregunto de los amarres, se ríe un poco.
-Yo no hago amarres. En la vida no hay que forzar a nadie y nadie debe depender de lo que las cartas dicen. Cuando estamos con alguien debe ser por amor, no por fuerza. De que funcionen o no, pues no lo se. Pero la energía no es positiva, pues forzar las cosas nunca trae nada bueno. Lo que le digo a los que se acercan a mi para encontrar amor, es que suelten y solo llegará.
Dice que hace limpias, pero sanadoras, para quitar energías que afecten los ánimos y la salud. Curioseo un poco más, le pregunto acerca del precio. La consulta cuesta 500 pesos. Incluye una lectura de pasado, presente y futuro próximo.
Jessy, ¿Cuántos años tienes?- Me pregunta
-Cumplo 22 en agosto
Me pongo nerviosa de que ahora sea el objeto de la plática. Comienzo a juguetear con el teléfono, con el cordón que lo enchufa a la pared.
- Mira, te voy a decir unas cosas para que veas como trabajo.
Así por teléfono, se pone a decirme lo que puede ver, sentir y decir sobre mi a rasgos generales. Es interesante. Me da mucha curiosidad como por teléfono puede hacer eso, así que le pregunto.
Es cuestión de energías. Yo puedo sentir la tuya sin tener que sacar mi baraja.
No se si creo o no en estas cosas, y ella creo que lo nota, pues me lo dice.
-¿No crees en el tarot verdad?
-No estoy muy segura. Le contesto.
-Sí, lo puedo sentir. Se nota que eres una persona que todo quiere investigar. Tienes carácter muy fuerte, ¿verdad? ¿Eres virgo?¿Qué estudias?
Comunicación, le contesto, y si, sí soy virgo.
-Uff, me hubieras gustado de psicóloga. –Me rio un poco- Mira, las cartas son solo un medio de comunicación del alma. Una conexión con tu ser interior que genera información, y que mi trabajo consiste en pasarte. Algo en lo que debes trabajar es en tu fe. Empezando por la que debes tenerte a ti misma, a tu religión, y ya después si quieres o no, a otras prácticas.
Me apena un poco que se note mi incredulidad, así que continúo haciéndole preguntas acerca de su trabajo. Tiene una voz que envuelve mucho al oído, es muy agradable platicar con ella. No me siento intranquila, es una conversación muy amena.
-Oye ¿te puedo decir algo? Te vas a casar con un capricornio.
Me suelta ese cacho de información y me empiezo a reír. La verdad es muy simpático que por teléfono me esté dando una leída de… no sé si cartas o voz, pero ¿tanto así como para que ya me diga con quién me voy a casar?
-Esto es un ejemplo de lo que hago. La gente se acerca a mi por curiosidad, por morbo, pero aunque no crean en las cosas que les digo, se produce un cambio energético. Siempre para bien. Siempre con mucha luz, amor y paz. Algunas personas vienen aquí buscando imágenes de la Santa Muerte. Quieren que tenga todo tapizado de amuletos. Yo trabajo en mi casa. Tengo un pequeño estudio en donde hay una mesa, dos sillas, una pared blanca y algunas fotos de la Virgen de Guadalupe, un Buda y algunos ángeles. Nada ostentoso y nada atiborrado. Trabajo con energía llena de amor, y eso no se tiene que demostrar con nada más que el alma. Las limpias las hago en mi jardín, es más bonito. A la gente le gusta mucho lo que hago, pues siempre estoy llena de clientes.
¿Usted también es médium?
-Sí, sí soy. Pero no me gusta estar molestando a los seres que ya no están con nosotros.
Me platica de una ocasión en la que una mujer estaba leyéndose las cartas. De la nada, la Bella siente una presencia “espiritual” y le dice que su madre había muerto. La señora se pone a llorar, pero ella la tranquiliza diciéndole que ahí estaba con ella. Que por favor arreglara unos pendientes (documentos específicos) y que la amaba mucho.
La señora se puso a llorar, pero se fue tranquila.
Le pregunto si no le dan miedo los muertos.
-No, a mí me dan miedo los que roban, los que mienten. Los seres oscuros y terrenales. Pero los que se mueren no. Te repito, yo no ando buscándolos. Solo soy un medio en el que los que pasan a otra vida pueden comunicar sus asuntos pendientes con sus seres queridos.
Me doy cuenta que llevamos más de una hora en el teléfono, y comienzo a agradecerle su tiempo.
“Jessy tuviste mucha suerte, porque nunca contesto el teléfono y una clienta me acaba de cancelar. Me dio mucho gusto que todo se alineara para que pudiéramos platicar”.
Le pido su dirección en caso de que algún día esté por allá y quiera leerme las cartas.
La Bella me desea mucha suerte y mucha luz, y me dice que espera poder algún día conocerme. La verdad es que a mi también me da curiosidad conocerla.
La Profesora
El viernes en la mañana llamé para confirmar mi cita con “Jacky” la profesora en Ciencias Ocultas para las 6 pm.
Llego al lugar puntual. Me abre la misma señorita, y me dice que tome asiento atrás de la cortina que un día antes no sabía a qué daba. Me siento como si estuviera cruzando hacia otro mundo, como si estuviera en una dimensión desconocida. Allí el olor es más intenso. Huele a pinol con aroma de velas quemadas.
Detrás de la cortina, hay tres sillas blancas, de las que se usan en las fiestas. Una mesa con muchas revistas Tv y novelas y un anuncio grandote que dice “papás controlen a sus hijos”. Del lado derecho está el salón de consulta. Hay un señor de unos 50 años de espaldas, al que logro ver agitado. Mueve mucho las manos. Trae una camisa azul y se mueve para adelante y para atrás.
La señorita me prende la televisión. Está una de las novelas en turno de Televisa. No sé ni cómo se llama pero gritan mucho y actúan muy mal (¡qué novedad!). Mientras espero, me dan muchas ganas de ir al baño y la señorita me manda al de la iglesia a una cuadra -dato curioso que solamente me da mucha risa compartir. ¿Qué me habría dicho el padre si supiera de dónde venía y a dónde iba?
Regreso y está saliendo el señor de consulta con Jacky. No le logro ver la cara, pues se sale muy deprisa. Ya es mi turno, pero primero tengo que pagar los 350 pesos de la consulta. Me siento una vez más y espero a que me llamen.
Pásale -dice Jacky. Me la imaginaba diferente. Está vestida con una blusa morada y pantalones negros. Se ve de unos 30 años. Es delgada, no tiene ningún tipo de rasgos místicos. Ni siquiera trae puesto un collar, o algún amuleto. Tiene el cabello café. Suelto. No es fea. Tampoco muy guapa.
Me siento en su oficina, también está muy sencilla. Hay dos sillas, una mesa pegada a la pared del lado izquierdo. Solo hay una foto detrás de ella en la pared como decoración, y es de un niño. No me gusta mucho. Me inquieta, a decir verdad.
¿Tienes tu ticket?
Parece una transacción bancaria. Se lo entrego y me pregunta si quiero la baraja española o el tarot. Me decido por el tarot.
¿A qué vienes? ¿Por ti o por alguien más?
Seca y directa me hace la pregunta, la brillante pregunta que no se me había ocurrido pensar, pues no tengo ni idea de que quiero saber. Me pongo nerviosa y le digo que por mí, por cuestiones de amor. Es más fácil que andarme inventando problemas y es por lo que, según yo, 90 % de las personas se leen las cartas.
Ok. -Dice mientras comienza a barajar sus cartas, -entonces vamos a ver cómo estás en el amor.- Me pide partir el montón de cartas tres veces. “Concéntrate en lo que quieres saber en esta lectura”. Toma mi mano y la pone sobre los tres montones. Me hace repetir un “mantra”, algunas palabras repetidas. Algo así como “va por mí, por el amor, que las cartas digan la verdad…”, y después me pide mi nombre completo y el del prospecto en el que enfoco mi lectura.
Comienza a rasgos generales a decirme de mi vida laboral, aparentemente todo va a estar bien, la salud muy bien. Básicamente todo en orden, pero que me cuide de las envidias.
Cuando se dirige a mí me llama “mujer”. “Ay, mujer” o “Estás muy bien mujer” o “Cuidado mujer”,
Jacky dice que ve en mis cartas energía positiva, pero que tenga cuidado con lo que digo porque a mi alrededor hay mucha gente envidiosa.
Acomoda las cartas, creo que de 12 en 12 y parece que está leyendo un libro. Su manera de leerlas es como si de verdad leyera frases construidas, pues desde el tono pareciera que se lo sabe de memoria. Usa oraciones largas y bien formuladas, pero en sus ojos veo como se va deteniendo en cada baraja para decir lo que va saliendo en las cartas.
Del amor, primero me pregunta si tengo pareja, y le digo que sí. No me dice nada específico, sólo que estoy bien en esa “área”. “¿Qué, ya te quieres casar, “mujer”?
La lectura continua. Muy normal, ninguna noticia alarmante. Muy bien todo en mi vida aparentemente, y por alguna razón yo me desilusiono un poco. Me esperaba una noticia fuerte, alguna revelación del más allá.
Llegamos al final de la lectura y me dice que tengo derecho a tres preguntas específicas. La primera, la hago sobre mis estudios, si me voy a ir al extranjero a vivir. “aún no” . La segunda la hago acerca de mi familia, y dice que todo va a estar muy bien. Y la tercera acerca de mi salud. Estoy muy sana según las cartas del tarot. No me quedo muy satisfecha, así que veo la manera de seguir platicando con ella.
“Pues estás muy bien mujer, nada de que preocuparte”.
En una ocasión, por curiosidad fui con unas amigas mías a Tepoztlán y todas nos leímos las cartas. La mujer que me las leyó tenía mi apellido, y por eso decidí leérmelas con ella, me dio mucha risa. No recuerdo su nombre, creo que Sofía, o Sandra o algo con “s”, pero sí me acuerdo de su cara. Tenía el cabello negro y los ojos verdes. Estaba vestida con una túnica. Daba más emoción leérselas así, con alguien que ya de por sí parecía una gitana.
Me sentó en su sala. De lo que recuerdo, el lugar olía a incienso, a velas prendidas y a jazmín (no me gusta el olor a jazmín, me duele la cabeza, por eso lo recuerdo).
Había muchas cosas en su consultorio. Entre las que me acuerdo, un poster enorme en el que habían fotografías de goteros de diferentes colores. Le pregunté para qué eran y me contestó que era curioso que me llamaran la atención, que muy pocas veces eso sucede. Pero que en la lectura saldría el porqué. Nunca me lo dijo.
Comenzó y me preguntó si me sentía bien, porque veía muchas energías a mi alrededor tratando de hacerme daño. Continuó leyendo las cartas, y pues no recuerdo mucho de qué más trató su interpretación, pero cerca del final me dijo:
“Oye, aquí esta pasando algo raro. Tú tienes un trabajo”.
No sabía qué era eso, y me dio entre curiosidad y miedo. Le pregunté de qué estaba hablando.
Me dijo que una mujer me había hecho un “trabajo”, un tipo de maldición para que me sintiera mal. No me sentía mal pero me dio miedo lo que me dijo. Recuerdo con exactitud sus palabras “La pinche vieja cabrona quiere que te quedes pelona. Déjame quitártelo y ahorita investigamos quién es esa para que se lo regresemos y se le caigan las chichis”.
Me reí, nerviosa. No sabía si estaba jugando pero, por si las dudas, le dije que no era necesario. Insistió en que me cuidara mucho. Y al final me vendió una vela con la que supuestamente tenía que frotarme el cuerpo para eliminar el “trabajo”. La vela verde olía a orégano y menta. La puse en mi cuarto, pero fuera de eso nunca supe más de mi supuesto “trabajo”. Creo que esa vez gasté 500 pesos en la consulta más 100 de mi vela.
Así que, regresando a la tarotista Jacky, le platiqué justo esta historia, preguntándole si ella hace trabajos, limpias y amarres.
-Sí lo sé hacer. Pero trabajos ya no hago porque ahora trabajo pura energía de bien. Aquí no me sale que sigas teniéndolo, yo creo que te hicieron bien esa limpia o algo cambiaste en ti que hizo que se desvaneciera el trabajo. Lo que sí hago son amarres.
Por fin, tenía curiosidad por llegar al tema.
¿Y si quiero uno? Le pregunto.
-Pues yo te veo muy bien, no creo que lo necesites. Pero para un amarre, necesito que traigas la foto, nombre completo de la persona a la que quieres y su cumpleaños. Aquí comprarías unas velas necesarias y después unas esencias. Lo trabajamos y depende de cómo vea la energía de esa persona hacia ti, pues te digo el precio, pero puede variar. Desde 500 hasta 3 mil.
Le pregunto acerca de lo que supuestamente me hicieron hace unos años.
“Probablemente te velaron toda la noche. Pusieron tu nombre escrito en una vela y diciendo unos versos en negativo, te pudieron atacar energéticamente. Es algo muy común y por eso algunas veces todo sale mal. Pero ya no tienes el trabajo, aparentemente se te quitó pues si no todo en tu vida estaría mal. Los trabajos son muy poderosos”.
¿Te puedo hacer una pregunta? Le dije al final.
La noto apurada pero acepta.
¿Por qué viene tanta gente a leerse las cartas?
- La gente busca que la ayude a encontrar respuestas. Y yo lo puedo hacer. También por curiosidad, así como tú. O por ganas de cambiar algo en su vida.
¿A qué vienen más seguido?
A los amarres y las cartas. Me explica que de amarres, hay distintos. “Por eso te pregunto si quieres casarte, porque ese es el que te puedo hacer, pero ese es el más caro”. Me dice que hay para atraer dinero, para que el ser posesivo ceda ante las peticiones, para un aumento en el sueldo. Pero el que más piden es el del amor.
Ya está impaciente por dejar entrar a otra persona así que le agradezco su lectura y salgo de su oficina. Como por arte de magia, cuando volteo para preguntarle acerca de unas velas, ella ya no estaba.
Salgo del cuarto cubierto por la cortina. La televisión sigue encendida, sigue gritando la misma actriz de televisa. No debió haber durado más de 20 minutos mi lectura.
Agradezco a la dependienta. Me pregunta si no quiero llevarme algunas velas, o incienso. “¿Se decidió por el amarre?” Le digo que no. El aroma me invade una vez más y siento que ya es hora de salir de ahí. Me acompaña a la puerta y cierra detrás de mí.
Hay distintas maneras de leer el tarot. Las cartas deben leerse en secuencia.
Alfred Douglas, creador del libro “El tarot” estipula que mientras las maneras de leerlo pueden variar, no podrá realizarse una lectura que se apegue a la verdad si entre el tarotista y sus cartas no hay una relación de intuición. Tener un espacio propio bien iluminado y con aroma a incienso, lo que provocara un estado mental mas tranquilo para ambos, el cliente y el lector.
Me quedo pensando tras salir del local en lo diferente que sentí hablar con “Jacky” y con la “Bella” y a su vez, con la señorita de Tepoztlán. Que, así mismo, dentro del mundo esotérico, existen diversas ramas. No sé qué tanto creo o no en estas artes oscuras. Yo creo que no mucho. Pero siento que dentro de lo que cabe, el mundo sí se mueve de energía. Algo que no puedo dejar de pensar es que en 20 minutos y 350 pesos después, no encontré nada revelador en mi lectura de cartas (al menos esta vez). Nada que no pueda intuir propiamente. Eso sí, que si tuviera que hacerlo de nuevo, no regresaría con Jacky. La Bella me dio más confianza, pero la gitana me dio más emoción y, al fin del día, ¿no es para esto lo místico?
Las cartas del tarot se han utilizado para la adivinación desde casi el comienzo de su historia. En Venecia, en 1550 se publicó un libro en el que se describía el uso de cartas para encontrar respuestas acerca de las preguntas en cuestión. Cuando los gitanos adoptaron el Tarot lo usaban también para predecir las fortunas.
Como experiencia, creo que está bien hacerlo una vez en la vida.
Algo que me llama mucho la atención, es cómo gracias a la tecnología, en Mercado Libre y otras tiendas on-line ofrecen amarres desde 200 hasta mil 500 pesos. Lectura de cartas vía Internet… En fin, a mí me leyeron las cartas por teléfono, aparentemente todo es posible en esta vida. En Puebla hay diversos centro en los que se enseña el arte del tarot, así como escuelas de artes ocultas. En una de esas y me encuentran ya por esos rumbos…


