PIRÁMIDE
DESENTERRAMOS LA NOTICIA

Gustavo Cabrera: entre los números y las artes
Por Ana Paula Martínez
Al terminarse una taza de café expreso, Gustavo Cabrera lentamente alza su mirada como si contemplara lo siguiente que dirá. “En realidad no estudié lo que me hubiera gustado y lo que hago no me apasiona”, confesa, “no sé qué me hubiera apasionado estudiar”. Sentada en un cafecito de la Colonia Roma, Gustavo Cabrera entra de traje negro con corbata rosa pálido. Al saludar me llena su aroma de maderas frescas y en seguida ofrece invitarme un café.
A los 44 años, Cabrera, gerente del departamento de cumplimiento de banca privada de HSBC, se enfrenta diariamente con los retos y estrés de sacar adelante al banco internacional, después del escándalo de lavado de dinero y la violación de reglamentos y leyes en el banco hace unos años. “Hay mucho estrés y presión en esta área en estos momentos y más en México y Estados Unidos”.
Entre banco y banco
Al notarlo un poco tenso cuando se mencionó este escándalo y la multa con la que se enfrentó el banco, le pregunto ¿por qué esta rama bancaria? Una ligera sonrisa recorrió su cara. “Es lo más interesante de todo lo que hay. Ya estuve en finanzas en Banamex y de contador también, esto es lo más dinámico que hay. Cada día es diferente y nunca sabes lo que vas a encontrar cuando inicias una investigación”.
Durante 25 años de su vida, Cabrera se ha encontrado en el ambiente bancario y financiero. “Mi padre es contador y estuvo de Secretario de Hacienda por varios años también. En realidad él fue quién influyó en que estudiara para ser contador”, recuerda. “Estaba muy emocionado al entrar a la Ibero, siempre buscaba la aprobación de mi padre. Tuvimos varias pláticas con él mi hermana y yo sobre qué íbamos a estudiar y nos convenció de que el mundo bancario era lo mejor. Éramos jóvenes y teníamos una imagen muy grandiosa de él; siempre en juntas y comidas con gobernadores y gente de muy alta posición en el gobierno, quería ser como él. Siempre hubo ese conflicto con mi padre, de no ser lo suficiente. Era un hombre muy duro y estricto. De esta manera iba lograr yo ese respeto como hombre”.
Después de trabajar en los bancos más grandes del mundo en posiciones influyentes a los 44 años, aún no se logra la relación padre e hijo. “Me rendí hace mucho. O más que eso, logré aceptar que mi papá es como es. El reconocimiento de él hacia lo que hago o mis esfuerzos, no significa nada para mí. Yo estoy satisfecho con lo que he logrado y más que nada estoy orgulloso y sé que mi papá ve eso. Aunque no lo demuestre sé que él también está orgulloso de que sus hijos han logrado mucho en la vida. Ya para mí no significa nada que me lo diga, ya no necesito eso de él”.
Descubrir nuevas pasiones
A poco tiempo de terminar la carrera de Administración en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Cabrera se fue con su familia a estudiar un Master Business Administration en la Universidad de Nueva York y dejó atrás todo por lo que él pensó que sólo iban a ser dos años de su vida. “Salí de la carrera y comencé a trabajar en Bital, mi padre ya me había mencionado hacer una maestría ya que mi hermana tenía ese plan. Una mañana que iba a trabajar se me cerraron dos camionetas y seis cuates se bajaron con pistolas, logré escapar en un espacio que había entre una camioneta y un árbol en la banqueta.” Me enseña sus manos que le comienzan a sudar tan solo de hablar de la experiencia. “Después de eso fue cuando decidí que lo mejor era irme. Tenía la posibilidad de ir a Estados Unidos o Inglaterra, la tenía que aprovechar y más por cómo se estaba poniendo la inseguridad”.
Con dos años de vivir en Nueva York, Cabrera comenzó a darse cuenta de que el mundo bancario no era lo suyo. “Vivir en Nueva York me abrió los ojos a tantas cosas, en verdad es una ciudad maravillosa y mágica. Cambió mi perspectiva en tantos aspectos, entre esas, saber que lo bancario no era lo mío. Esos años me la viví en la biblioteca y entre estudiadas veía a los estudiantes de cine. Me llamaba mucho la atención”.
Cambiar el pasado
Tan joven y con una familia en una ciudad nueva no dio momento para explorar un nuevo interés y mucho menos nuevas pasiones. Lo llena una mirada que recuerda esos momentos de su vida. “Desafortunadamente con una familia en una ciudad tan cara, no había manera de explorar algo nuevo. En el tiempo libre que tenía durante la maestría me iba a trabajar a Banamex, y cuál tiempo libre”, asegura entre risas. “Necesitaba el dinero y lo bancario era lo único que sabía. Hasta eso, era muy bueno”.
Arruga las cejas y mira hacia la ventana mientras le pregunto qué le hubiera gustado hacer como profesión si las cosas hubieran sido distintas. “He tenido momentos donde me canso y no quiero seguir haciendo lo que hago”, me confiesa. “no estoy del todo seguro, pero algo más dinámico o creativo. Me llaman mucho la atención los medios y los procesos creativos que hay detrás, hasta me gusta lo que estás haciendo tú…”. De chiquito me gustaba dibujar caricaturas, ¡y era bueno!”. Al despedirnos, agarra una servilleta y de su saco saca una pluma. Dibuja un hombre y un carro estilo caricatura y les pone burbujas de dialogo. Me da las gracias y a la vez me entrega el dibujo, me lo deja para decidir el destino de estos personajes.