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Ricardo y sus fantasmas

Por Willy Budib Hurlé

 

 

En el país la pintura grafiti está estrictamente relacionada con la ilegalidad. Este género de pintura libre, generalmente realizado en espacios urbanos, no es otra cosa que vandalismo puro para los políticos y las policías mexicanas que la han malinterpretado y ofendido. Bajo este contexto, el grafitero pasa de ser un artista a convertirse, casi por metamorfosis sistemática, en un pillo.

 

Hace poco más de un mes, el diputado panista Eukid Castañón Herrera, presentó la Ley Antigrafiti que más tarde se aprobaría anexa a la siguiente condena: el castigo por el delito de dibujar en muros sería hasta de seis años. En un principio se planteó hacerla por doce pero no prosperó luego de que activistas y otros políticos se opusieran a tal exageración.

 

Lo que oficialmente debería ser un movimiento cultural, nacido del hip hop, no tiene cabida en un régimen artísticamente débil. ¿Por qué se le denomina “vandalismo” a una expresión artística que si bien, en Puebla, tuvo espacios de desarrollo en la administración municipal de Blanca Alcalá, casi siempre se muestra denigrada? Quizás el gobierno camotero esté más preocupado por el megaproyecto del Museo Barroco, con una inversión de casi mil 400 millones de pesos, y lo de hacerle hueco al talento local juvenil, en muchas disciplinas creativas, no le parezca significativo. Tal vez Moreno Valle no sea un fanático del barroco y por ello no se ha dado una vueltecita por el retacado centro histórico. Posiblemente no le baste la colosal arquitectura de Puebla para presumir esta corriente. En fin…

 

En la madrugada del domingo pasado fue asesinado un joven por plasmar en una pared del municipio de San Pedro Cholula equis cosa. Según versiones del gobierno, Ricardo Cadena Becerra decidió grafitear el muro luego de que saliera borracho de un bar junto con su hermano menor de edad. El culpable resultó ser el subdirector de Seguridad Pública Municipal de la localidad. El criminal, pues, es uno más de aquellos en el poder que no gozan de las capacidades necesarias para el disfrute del arte.

 

No justifico de ninguna manera las formas de la víctima. Cuántos no habrá que como él, sólo por fastidiar y en estado etílico, manchan las bardas de la urbe poblana. Lo que claramente no se comprende es la resolución del altercado. Pareciera ser que matar a un chavo por pintarrajear cercas es razonable porque enturbian la nula aceptación antiartística de quienes aplican la ley. De ahí que mi análisis se justifique por sí solo: en México, el oficio creativo es satanizado.

 

Ahora habrá que esperar la resolución oficial luego de que el lunes 4 de mayo el asesino se entregara a la policía. Por su parte, era de esperarse que José Juan Espinoza, edil de San Pedro, aprovechara el bache para promoverse y curarse en salud: apariciones por aquí y comunicados por allá que son más visuales que concretas.

 

Podrá colgarse su administración el compromiso de juzgar debidamente el caso, pero lo que no logrará será desaparecerse de una estadística que refleja el panorama total y no al hecho aislado: de acuerdo con un informe presentado en 2014 por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, el municipio de San Pedro Cholula es la tercer demarcación poblana más violenta y peligrosa. El índice, que cataloga a la otra Cholula, la de San Andrés, como la primera más riesgosa en el Estado, se mide por el total de homicidios, secuestros, violaciones, extorsiones y robos anuales en cada entidad.

 

Igualmente, sería congruente que reforzaran los lineamientos en cuanto al tema de menores de edad en cantinas y antros cholultecas, pues no habría sido el mismo discurso si en lugar de Ricardo hubiera sido su hermanito el que, después de varios tragos en un local, terminara muerto. Ahí habría, entonces, otra falla de Estado aparte de la concerniente al servidor que disparó el arma: también se habría debatido el tema de los niños que, sin dieciocho años cumplidos, ya beben en los clubs nocturnos de San Pedro.

 

El meollo no es Ricardo como tema singular y ajeno. Es también los detalles que hacen que el hecho no sea cualquier suceso. La falta de sensibilidad ante la diversificación artística. El descomunal abuso de poder que no sabe hacer su trabajo bajo estatutos. La cadena de ilegalidades que desembocan en una noticia tan alarmante. Ricardo destapó una alcantarilla que permite oler los aires pestilentes de otros “Ricardos”, otros agentes policiales y otros bares que dejan que chavitos sin permiso para votar sí tengan vía libre para chupar.

 

 

 

 

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