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Florence en Austin, la tierra del cine independiente

 

 Por Yamel Thompson 

 

 

Silencio absoluto dentro de un cuarto blanco, amplio,

estéril. Todos los muebles 

 

alrededor son de gris infértil, la uniformidad de la

recámara asusta. En la cama hay una 

 

adolescente pálida que duerme con los brazos atados a

la cabecera. Se despierta, el pecho 

 

se eleva con estrépito y el miedo de su mirada analiza el

cuarto. Una mujer alta y de 

 

huesos pronunciados se acerca a la cama y acaricia la

cara pálida de la adolescente, 

 

mientras balbucea. Un hombre de rostro desgastado

está parado al otro lado de la cama. 

 

En armonía, las manos de la mujer abren los labios mientras las del hombre introducen 

 

una pastilla: dos manos en el cuello de la niña y dos en su boca. Los ojos azules 

 

infestados de pánico, las piernas inútiles patalean debajo de las sábanas cenizas. El 

 

silencio se rompe al “corte” del director que tiene un brillo en la mirada. 

 

Florence es un cortometraje de nueve minutos que aspira a ser un largometraje después 

 

de hacer su gira por varios festivales. Es el proyecto de tesis dirigido por Caleb Kuntz, 

 

estudiante del programa de maestría en University of Texas at Austin (UT). Florence está 

 

empapada de escenas surrealistas y fantasías de una adolescente con autismo que es 

 

erróneamente diagnosticada. 

 

Y. ¿Qué te inspiro a contar esta historia? 

 

C. La historia vino de ese lado de mi mente improvisado. Llegó de repente una noche 

 

antes de tener que presentarla en clase. Estaba investigando y conociendo sobre la vida de 

 

Leonora Carrington por una clase de Arte Contemporáneo Mexicano, aparte de que una 

 

persona muy cercana en mi vida me hablaba mucho de ella. No es que mi historia 

 

estuviera basada en Carrington, influyó, pero no la inspiró. 

 

Caleb Kuntz y Josephine McAdam                             Foto: Cortesía de Caleb Kuntz

 

Para contar la historia fueron necesarios siete meses de trabajo en el guión. Después de 

 

doce versiones distintas comenzó la preproducción, fase que duró tres meses. Con un 

 

equipo de quince personas, ocho días de rodaje y un presupuesto de 84 mil 570 dólares, 

 

de los cuales 67 mil fueron donados en especie, Florence está lista para el proceso de 

 

montaje. El cortometraje se exhibirá por primera vez en mayo de este año, en Austin. 

 

Hoy Austin figura como la capital del cine independiente en Estados Unidos. En 2013 la 

 

capital tejana fue calificada como la mejor ciudad de Estados Unidos para hacer cine, de 

 

acuerdo con un artículo de Kyle Rupprecht para la revista Moviemaker. Los factores 

 

considerados para calificar a las ciudades fueron: profesionalismo del equipo, costos de 

 

producción, clima, variedad de locaciones, permisos gubernamentales, facilidades y 

 

proveedores. 

 

“Austin es el hogar de cineastas con talento y habilidades técnicas para hacer buenas 

 

películas y se mantiene pequeño, permitiendo que la gente ayude unos a otros en sus 

 

proyectos en lugar de verse como amenazas”. Declaró el director Mark Hall en entrevista. 

 

La ciudad es casa de importantes festivales internacionales de cine como South by South 

 

West (SXSW), Austin Film Festival (AFS) y Fantastic Fest. Austin ha sido un escenario 

 

amigable para la comunidad cinematográfica, comercial e independiente, por muchos 

 

años. 

 

Títulos internacionalmente conocidos como Kill Bill, Lolita, Waking Life, Mini Espías, 

 

Masacre de Tejas, Dazed and Confused, Mis Simpatía, Sin City, El Árbol de la Vida, 

 

Machete, Boyhood, A Teacher, Transformers, entre otros, figuran entre las películas más 

 

famosas hechas en Austin.

 

Y. ¿Qué hace de Austin el lugar ideal para hacer cine?

 

C. El hecho de que no hay una infraestructura sólida de negocio como la hay en Los 

 

Ángeles o Nueva York, lo cual hace los costos de producción significativamente más 

 

baratos. 

 

Caleb asegura que su cortometraje habría costado más de 110 mil dólares si lo hubiera 

 

hecho en alguna de esas dos ciudades. Kuntz, como muchos otros, migraron a Austin 

 

para producir cine independiente con esperanza de aprovechar las grandes oportunidades 

 

que la comunidad ofrece. “Austin es una ciudad mágica llena de gente creativa, hermosas 

 

locaciones y un sin fin de energía”, declaró el director Bob Ray para Moviemaker. “La 

 

audiencia en Austin es una de las mejores, la gente apoya con pasión. Además de eso, UT 

 

expulsa una nueva raza de cineastas cada año, añadido a eso los locales y los que se 

 

mudan propician un ambiente espectacular en Austin para el cine”. 

 

Es el último día de rodaje para el equipo de producción de Florence, todos se reúnen en el 

 

bosque Emma Long para filmar la última escena. Josephine, la actriz que da vida a 

 

Florence está acostada en el suelo esperando a que el director pronuncie acción. 

 

El director de foto y su asistente cargan los 23 kilos de Jay, la cámara análoga de 35 mm 

 

de UT. La tierra se levanta y cubre, poco a poco, a Josephine hasta que la entierra. El 

 

equipo de efectos visuales hace su trabajo con cuidado bajo el violento sol tejano de las 

 

cuatro de la tarde. El director pronuncia suave acción. Después de dos horas, el último 

 

minuto de la historia quedó impreso en la película de Jay.

 

Y.  ¿Por qué haces cine? 

 

C. El arte es catalista y quiero que esta pieza sea un catalista de mi miedo por ser 

 

medicado por bipolaridad, o el miedo a la demencia de mi padre. Una película hace 

 

hablar, hace pensar y analizar prejuicios. Es divertido crear y manipular mundos, por eso 

 

hago cine. 

 

 

 

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