top of page

A los cinco años, decidí que quería ser de grande. Una decisión fuerte para una pequeña niña. Pero así fue. Decidí que quería ser actriz. 

Algunas niñas quieren ser princesas, otras buscan ser doctoras, unos niños sueñan con ser bomberos, y otros muchos con ser futbolistas.

Pues yo decidí ser actriz. Yo creo que probablemente, así como a muchos niños se les quitó el chincualde ser astronauta, mis papás pensaban que se me iba a olvidar esto de caminar por la alfombra roja, saludar Oscar en mano y mandarles afectos al recibir mi premio “a mis papás que siempre han estado junto a mí, a mi esposo...".  Lo tengo perfectamente bien ensayado.

 

Hay momentos en la vida en los que uno se detiene a pensar ¿qué estoy haciendo con mi vida? Yo estoy en uno de esos. Tristemente, querer ser actriz es algo que no se me quitó. Qué más hubiera querido yo que ser una feliz abogada, una chef realizada, o una contadora superdotada. Pero no es así. Quiero sufrir los pasos de una carrera difícilmente alcanzable. Pero con esas ganas de ser algo o alguien, vienen toneladas inmensas de pánico y frustración, pues tengo la suerte de que se lo que quiero ser, más no se como c@ra#os lo voy a lograr.

Los Oscares acaban de pasar, y es un evento que me produce más que placer, dolor. ¡Que ridícula! Seguro pueden llegar a pensar, pero es como si vivieras queriendo algo que está tan cerca y tan lejos de ti.

 

Dicen que hay que estar loco para querer una carrera en la que casi todos fracasan, en la que se destroza el autoestima de los que aplican para un “papel”. Pero yo creo que hay que estar aún más loco para no hacer lo que más nos apasiona en la vida. Jugarnos la piel mientras tenemos chance. 

 

Papá y mamá, perdón. Sigo queriendo ser actriz, y voy a querer ser actriz aún si llego a serlo, pues nunca se me va a quitar ese amor tan puro por el arte dramático. Quiero encarnar con mi cuerpo miles de historias, estar en pantallas grandes y chicas, escenarios y giras. Quiero la fama, y también la fortuna. Pero más que nada, quiero vivir de la actuación en cuerpo y alma.

 

Así que reiterando mi pasión por el hermoso arte de la interpretación, sigo soñando con verme ahí arriba, dando mi speech. Agradecer a mis padres y a mis mentores, caerme al subir a recoger mi premio –ah no, eso ya lo hicieron-,y llevar el vestido más hermoso de la noche.  No quiero ser princesa, pero quiero sentirme una cuando logre alcanzar esa corona, que ya sabemos muy bien que nombre lleva. 

Mamá, papá: me voy, ¡quiero ser princesa!

Por Jessica Abraham

  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Instagram B&W

© 2023 by The Artifact. Proudly created with Wix.com

bottom of page